Proyecto Comunitario

El proyecto comunitario es el fruto de un proceso de todos estos años en la vida de nuestra comunidad. Hemos querido ponernos a la escucha del Espíritu de Jesús, atentos a su Palabra, a nuestra realidad y a los rasgos distintivos de nuestro carisma para poder vivir más plenamente nuestra vocación misionera en esta etapa de nuestro camino. Por eso se hizo necesario rezar, compartir, planificar, a fin de poder elaborar este proyecto comunitario. Ha sido una verdadera gracia no sólo el lograrlo sino también todo el camino que nos trajo su concreción. Nos hemos enriquecido escuchándonos mutuamente y tratando de buscar juntos la voluntad de Dios.

En Semana Santa del 2010, miembros de las distintas sedes de Santa María de la Estrella viajaron al monasterio benedictino Nuestra Señora de la Fidelidad en el Suyuque, San Luis, para tomarse un tiempo de oración, compartida y discernimiento, trabajando a partir de un texto base para recoger lo que se veía y descubría como desafíos en cada sede de nuestro movimiento. Ese trabajo fue sistematizado y condensado por un equipo que luego llevó este nuevo texto, enriquecido con los aportes de tantos, a un encuentro donde muchos de nosotros nos reunimos en una casa de retiros para trabajar sobre lo que se nos proponía y seguir pensando líneas de acción que concretaran lo que habíamos juzgado como el valor principal a cultivar. Estos aportes fueron incluidos y redactados de manera tal que pudieran ser compartidos por todos.

Pretendimos trazar un plan que marque un objetivo para el futuro de la vida de Santa María de la Estrella, los objetivos intermedios que ayuden a concretarlo y los medios para que estos se realicen.

Para sintetizar todo este trabajo se redactó un cuadernillo que podrán ver en la sección de descargas, en donde establecimos un objetivo general a buscar como comunidad que es el de fortalecer nuestro vínculo con nuestras iglesias particulares, entre las distintas sedes y dentro de cada cada una, para CRECER EN COMUNIÓN.

Reconocemos que nuestra vocación misionera no puede serlo si no es en comunión junto con otros y nuestra Iglesia, siendo parte de una comunidad concreta. Reconocemos también que Él intercede por nosotros hacia esa comunión, y que la misma se nos ofrece especialmente en la Eucaristía, por medio de la cual nos atrevemos a compartir nuestras pobrezas y debilidades, a sabernos necesitados y humildes delante de los demás. El corazón abierto de Jesús resucitado es nuestro modelo de comunidad.

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