DON TORCUATO
Año 2005. Marco Villasboa Lanusse, de la sede San Isidro, es nombrado “Rector de la Sede de Don Torcuato”. Sede que, formalmente, no existía. Algunos años antes, Luchi Urien y el Mono Mancini habían sembrado la primera semilla del movimiento trabajando con el colegio San Felipe. Sin saberlo, nos habían allanado el camino.
No conocíamos a nadie de Don Torcuato, que encima nos quedaba “lejos”. Eso no importó mucho. Por el contrario, fue mejor. Empezamos a trabajar con muchísimo entusiasmo, fuerza y sobre todo, fe. Éramos jóvenes, con una vocación única y unas ganas de compartir nuestra experiencia con Jesús. Esa era siempre nuestra meta; que cada persona de Don Torcuato supiera que había un Jesús esperando.
Nuestro primer objetivo fue hacer un Emaús cerrado para el colegio San Felipe. Así armamos el equipo y empezamos con los rodajes. Habíamos sumado gente que “conociera” a alguien en Don Torcuato para empezar a integrarnos en esa comunidad. Lamentablemente, algunos de los chicos se fueron bajando de la lista de anotados y a pocos días del Emaús el colegio nos suspendió el retiro.
En ese momento, decidimos redoblar la apuesta: Emaús I abierto de Don Torcuato. Sonaba a una locura, sí. Otra más, pero la mejor de todas. Costó y mucho. Faltando 72 horas para el inicio del Emaús había una sola persona anotada. Bajar los brazos nunca fue una opción. Pedimos ayuda, nos juntamos a rezar en la parroquia La Merced con amigos y al día siguiente teníamos una lista de 21 anotados. “El Milagro de Torcuato” tomó fuerza esa noche. El resto es historia conocida.
Hoy la sede tiene ya más de 10 años y actividades de todo tipo; horas santas, misiones, retiros. Pero sobre todo tiene lo más importante, a María como estrella y Jesús como centro.