Misiones

Desde el comienzo Santa María de la Estrella se caracterizó por una inquietud grande, por una necesidad importante de moverse y de buscar. Y está en sus orígenes y en sus raíces más profundas el querer ser parte de la construcción del Reino. Por eso es que así empezó y así siguió: misionando. Y misionar no quiere decir solamente llevar una noticia, sino llevar la Buena Noticia y llevarla ahí donde no es tan fácil que llegue sola. Y a eso nos encomendamos. Dios nos llama no sólo a que conozcamos su amor, sino, y sobre todo, a que hagamos conocer ese amor al mundo.

Durante el año encontramos en nuestras familias y actividades cotidianas materia abundante para misionar, se nos brindan oportunidades para anunciar entre los nuestros lo que creemos y queremos. Pero elegimos también buscar nosotros esas oportunidades e ir a encontrarnos con realidades diversas a las que nos sentimos invitados.

Las misiones no sólo dejan alegría en el alma y una sensación de estar más cerca de Jesús, sino que también nos regalan un grupo de amigos en la fe que surge de compartir esas vivencias, y que elige ir creciendo juntos en un camino que es más fácil recorrer en comunidad.
Misionamos en distintas ocasiones: en las vacaciones de verano (la última semana del año y la primera de enero); una semana en julio; en Semana Santa y en algún fin de semana largo durante el año, generalmente en octubre. Vamos tres años a cada pueblo, durante los cuales tratamos de ir creando un terreno firme para que la tarea que emprendemos nosotros comience a gestarse también en la gente del pueblo. E intentamos dejar un mensaje claro para que sean ellos mismos los que elijan continuar con la tarea evangelizadora.

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